Si hay una sensación realmente insoportable, esa la impotencia que sientes si alguien te atrapa, te inmoviliza y te tortura con cosquillas. Y no lo digo en broma, realmente es una forma de tortura, por más divertido que parezca. Al menos para mi, que las detesto.
La verdadera función evolutiva de las cosquillas fue recientemente descubierta y es algo difícil de explicar. En pocas palabras lo que sucede es que las cosquillas activan una parte del cerebro que está relacionada con la percepción del riesgo y el instinto de huida.
¿Por qué reímos? ¿Por qué sentimos cosquillas?
¿Pero qué sentido tiene esto hoy en día? Hoy los humanos no necesitamos las cosquillas como una herramienta defensiva, de hecho lo vivimos como algo gracioso y, hasta cierto punto, divertido. La sensación que nos producen las cosquillas están relacionadas con el factor sorpresa, por ese motivo es que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos.
Cada persona es más o menos cosquilluda en diferentes partes de su cuerpo. Los lugares más comunes son los pies, el cuello y el abdomen, ¿pero por qué exactamente? Está bien, ya dijimos que se trata de un primitivo instinto de supervivencia, pero parece que aún no queda del todo claro, ¿no?
