1- Añádele sabor a tus comidas
Cuando seguimos una dieta acostumbramos a aumentar el consumo de frutas y verduras, y dejamos las harinas y productos de repostería -o al menos lo intentamos-. Pero caemos en el error de no condimentar las comidas, lo que muchas veces no resulta favorecedor para nuestro paladar. Por ejemplo, el jugo de limón es un excelente aliado para darle sabor al pollo, a las ensaladas y hasta el arroz.
Tienes que privarte de las grasas, ¡no del sabor! Así que a la hora de elegir qué comer, piensa de qué formas puedes realzar el sabor de tus comidas.